sábado, 24 de agosto de 2013

Mentiré

Por tu nombre negaré mi amor y mis ojos apagarán su luz para que ninguna otra alma tome este camino, diré que el pasado ya todo se lo llevó y que los días venideros ya no tienen el candor de la incertidumbre. Mentiré, sin arrepentimiento, por tu amor que no es mío, y para que el mío viva en silencio. Para que no sospeches que en mi pecho estalla una fiesta cada vez que en la mejilla me besas, secaré los jardines que había sembrado para nuestras primaveras y le echaré la culpa al tiempo por los senderos tallados sobre tu ausencia. Echaré llave a la cabaña que construí para escaparnos y diré al viento que ya no me traiga más tus sueños. Taparé éste sol de mi amor con mis dedos, si es que alcanza, y a la delgada lucecilla que se escape la bautizaré como al olor de tu piel, la persistente, intrepida combatiente del olvido pero actuaré como si no la viera, como si no la conociera, para que un día entiendas que por tu amor me disfracé de indiferencia.

No es cuestión de tiempo

No es la convicción actuaria que el magnanimo poder de las horas se llevará la verdad del alma, más allá del andar ineludible de los días, hay imágenes que no se borran de la memoria, sabores que viven en la boca, olores que viajan de este a oeste, al acecho, para saltar sobre nosotros en las noches de fría añoranza. 

No es la desdeñosa lejanía lo que apaga las luces y se traga la esperanza, es el ignoto dominio de la cobardía, el espejo fiel del temor de los hombres, la sacrílega invidencia de los seres sobre lo que necesitan.

Así, lo repito como un juicio, no es cuestión de tiempo, es cuestión de amor.


viernes, 26 de julio de 2013

Chispas

Recreé en mi imaginación cientos de veces
cómo serías, 
cómo sería tu piel, tus manos, tus ojos,
cómo sería tu aroma, a qué sabrían tus labios,
cómo se sentiría mi corazón al tenerte frente a mi.

Y entonces las horas me llevaron hasta ti,
a medida que me acercaba,
que la distancia se hacía pequeña,
sólo pensaba en las horas que me regalaste,
comprendía cómo me abriste las puertas de tu mundo.

El reloj impaciente iluminaba la estancia,
te añoraba,
te ví, caminando hacia mí,
sentí que me abrazaba una cálida sensación,
ese primer instante pareció tan natural,
tus brazos me rodearon con dulzura,
como un refugio claro y tibio para mis sueños.

Lejos de cualquier duda,
mis labios encontraron el camino a los tuyos,
se tocaron suavemente, conociéndose, repasándose,
los pechos se acercaron,
como para hablar de corazón a corazón,
y los días esperando por ti tuvieron sentido.


martes, 9 de julio de 2013

Un hombre y su guitarra

Entre sus manos ella es una dócil doncella,
él la desnuda en melodías,
sus cuerdas vibran ante sus caricias, tan precisas,
la yema de sus dedos se deslizan como un roce del viento,
ella canta lo que se le filtra a él del alma,
es un encuentro tan íntimo, tan dulce y hermoso,
los corazones danzan, se encuentran y resuenan en la caja.

Los que los admiran no se imaginan su historia juntos,
pues ni los idilios mejor pintados dejan comprender
las verdades del amor entre un hombre y su guitarra.

martes, 25 de junio de 2013

miércoles, 13 de marzo de 2013

Carta de despedida

Hubiese sido ideal encontrar un nombre  un poco más creativo pero, por practicidad y precisión, mejor llamemos las cosas por su nombre, y sí, no es más que una despedida, si es que uno se puede despedir de lo que se lleva grabado, de este amor, cariño o similares que te tengo; es una dimisión a estas ganas de abrazarte, de recorrer el mundo de tu mano y reconocerme como una chiquilla soñando con un final feliz. Me despido, y lo reitero más que nada con fines de autoconvencimiento, de nuestras locas y eternas charlas sobre el mundo, sobre el tiempo y el alma, me despido de esa dulce y aguda forma de ser que me hizo notar casi de inmediato lo que esperaba de un nosotros. Le digo adiós a esa extraña sensación de encontrar en tu olor un deseo del corazón, pues es el único modo que hallo para rescatar algo de esto tan grande que creció, por asares del destino, a un solo lado del camino. Es una despedida sin llantos ni gritos, sin palabra alguna proferida al respecto, es un desarme unilateral, es una renuncia irrevocable (o eso me digo), y, como todo contigo, no será sencillo pero sí que es necesario pues me quedo sin sustento para seguirte el paso, sin resguardo para abrigarte, me queda el frío, me queda un beso muerto en los labios, una desahuciada esperanza y un sentimiento en el borde del abismo dispuesto a saltar.