sábado, 24 de agosto de 2013

Mentiré

Por tu nombre negaré mi amor y mis ojos apagarán su luz para que ninguna otra alma tome este camino, diré que el pasado ya todo se lo llevó y que los días venideros ya no tienen el candor de la incertidumbre. Mentiré, sin arrepentimiento, por tu amor que no es mío, y para que el mío viva en silencio. Para que no sospeches que en mi pecho estalla una fiesta cada vez que en la mejilla me besas, secaré los jardines que había sembrado para nuestras primaveras y le echaré la culpa al tiempo por los senderos tallados sobre tu ausencia. Echaré llave a la cabaña que construí para escaparnos y diré al viento que ya no me traiga más tus sueños. Taparé éste sol de mi amor con mis dedos, si es que alcanza, y a la delgada lucecilla que se escape la bautizaré como al olor de tu piel, la persistente, intrepida combatiente del olvido pero actuaré como si no la viera, como si no la conociera, para que un día entiendas que por tu amor me disfracé de indiferencia.

No es cuestión de tiempo

No es la convicción actuaria que el magnanimo poder de las horas se llevará la verdad del alma, más allá del andar ineludible de los días, hay imágenes que no se borran de la memoria, sabores que viven en la boca, olores que viajan de este a oeste, al acecho, para saltar sobre nosotros en las noches de fría añoranza. 

No es la desdeñosa lejanía lo que apaga las luces y se traga la esperanza, es el ignoto dominio de la cobardía, el espejo fiel del temor de los hombres, la sacrílega invidencia de los seres sobre lo que necesitan.

Así, lo repito como un juicio, no es cuestión de tiempo, es cuestión de amor.