miércoles, 22 de diciembre de 2010

De como te encontré

Una tarde, como de costumbre, un tanto solitaria, se cruzó tu nombre frente a mis ojos . Se cruzó tu nombre y sin ser más que eso, un nombre. Lo sentí encender  una lucecita en mi mirada. Pensé, quizá no sea nada, solo el reflejo de la calidez de su alma. Los días continuaron su sinuoso andar, y aunque creí que la luz se apagaría gradualmente, ocurrió todo lo contrario. Ahora eres como un faro en mi camino, una esperanza en mis días y una ilusión en mi corazón. Escasean las palabras, y eso que son infinitas, para describir la sensación burbujeante que se despierta en cada parte de mi ser cuando te presiento, así sea en mi imaginación. Aun no estoy muy segura de tu realidad, a veces temo que seas un invento de mi mente, una perfecta creación de mis deseos; luego vuelves a brillar por ti mismo y sonrío.

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